Por: Érica Fondevila Castro.
Muchas situaciones, recuerdos y contextos se nos pueden venir a la mente cuando pensamos en el significado del Pensamiento Crítico, aquella capacidad de pensar con claridad, ese acto de discernir, de pensar sin ningún tipo de sesgo, pero ¿qué significa realmente pensamiento crítico? Ahí sí que la respuesta se complica.
El equipo de Simple & Práctico, junto a un grupo de clientes y amigos, tuvimos la gran oportunidad de participar, hace poco, en un curso con el filósofo mexicano Óscar de la Borbolla en el que durante cuatro sesiones exploramos varios aspectos de este concepto. Un ejercicio interesante que me llevó a un sinfín de reflexiones. En este artículo voy a compartirles mis principales aprendizajes, esto con el objetivo de que los puedan explorar llevándolos a la práctica en su vida diaria tal como fue la intención de este curso.
En nuestra vida hay muchas cosas que damos por sentado, que las consideramos “obvias”, un ejemplo fácil de esto es el sostener la creencia de que la Tierra es redonda. Estoy segura que todos los que están leyendo este artículo piensan que esto es muy obvio, sin embargo, existe un grupo de personas, y no son pocas, que afirman que la Tierra es plana (The Flat Earth Society, con 11,000 miembros en Facebook). ¿Cómo algo que para unas personas puede resultar tan obvio para otras puede no serlo, inclusive parecerles falso? Existen tantas pruebas que demuestran lo expuesto, ¿cómo puede haber personas que se atrevan a dudar de algo tan obvio? Con tantos estudios, esto parece inverosímil.
El primer problema de la obviedad es que no es unánime, no es universal, lo que a mí me puede parecer obvio, de pronto a ustedes no. Cuando damos algo por sentado, nos negamos a la posibilidad de pensar. Dudar de lo obvio es precisamente el acto de pensar críticamente, en eso radica. ¿Cuántas cosas consideramos obvias en nuestras vidas? Si exploramos esta pregunta, la lista sería muy larga, casi interminable. Y más aún si le sumamos la siguiente pregunta: ¿cuántas veces hemos dudado de algo que consideramos obvio, algo que creemos que es verdadero? A decir verdad, yo muy pocas.
Estas “verdades” funcionan como prejuicios que nos impiden pensar con claridad. Entonces ¿qué debemos hacer? ¿debemos dedicarnos a dudar de todo? Claramente necesitamos certezas y obviedades para poder vivir; pero si queremos vivir mejor, superarnos diariamente, debemos ser capaces de no creer del todo en esas obviedades – certezas, dejar esa puerta semi abierta. Ser capaces de poner en duda nuestras creencias, de atrevernos a creer que el mundo puede ser en otra forma de la que creemos.
El pensar es una acción que se ejercita cuando estamos frente a un problema. Preguntémonos: ¿qué solemos hacer cuando estamos frente a un problema? La manera de resolver esta pregunta es por medio de alguno de los siguientes dos caminos: uno, lamentarnos y esperar que pase o, en su defecto, acostumbrarnos a convivir con el problema; o, dos, buscar una solución. Si tomamos el segundo camino, tenemos que pensar. ¿Cómo lo hacemos?
Si comparamos una experiencia con otra, nos podemos preguntar: qué tienen en común y en qué difieren. A partir de esto, podemos elaborar una posible solución, la cual ponemos a prueba al momento en que empezamos a actuar conforme a ella o aceptándola como una creencia verdadera. Luego de un tiempo podremos ver los resultados obtenidos, si esta solución hizo que el problema persistiera o permitió que desapareciera. Según esto, podremos decidir cuál será la siguiente acción. Y justamente esta forma de pensar o esta manera de proceder es la esencia del pensamiento crítico.
El acto de pensar siempre va a partir de alguna creencia, pero ¿de dónde nacen estas creencias? ¿por qué existen en nuestras vidas? De acuerdo con Óscar de la Borbolla, existen cuatro posibles orígenes de nuestras creencias.:
Todas las creencias que sostenemos parten de alguno de estos cuatro orígenes. Podríamos hacer el ejercicio de explorar el origen de alguna de nuestras creencias y quizá esto nos facilite el proceso de poner en duda las obviedades.
Por mi parte, si encontrara que el origen de alguna de mis creencias es el azar, ponerla en duda sería mucho más sensato que si determinara que surge de la evidencia. Lo mismo aplicaría para la práctica y el deseo. Esto se debe a que nos es mucho más fácil dudar de aquello que no estamos viendo, que no llega a nosotros por medio de nuestros sentidos o por una vía empírica. Determinar el origen de nuestras creencias nos ayuda a ejercer el pensamiento crítico y liberarnos de los prejuicios.
En conclusión, la filosofía es un campo que siempre ha sido algo abstracto para mí y que solo los últimos años, gracias a mi socio, he comenzado a explorar, esto con el objetivo de integrarlo a nuestras implementaciones, de realizar filosofía de la gerencia en cada uno de nuestros procesos de consultoría. Y, definitivamente, el aplicarlo me ha ayudado a tener una perspectiva diferente a la tradicional. El aplicar el pensamiento crítico a cada una de las situaciones con las que me enfrento en mi trabajo me permite cuestionarme el por qué de cada situación, el cómo debemos analizar y, con ello, generar un intercambio de valor real con las personas con las que interactúo.
Agradezco a Óscar de la Borbolla y, a mi socio, Andrés Hurtado por haberme permitido participar de ese curso tan enriquecedor. Espero que existan otras oportunidades similares en el futuro cercano.