Por: Andrés Hurtado Pimienta.
Teoría positivista del conocimiento
Al plantear sus razones para eliminar la metafísica, los positivistas también esperaban avanzar en la consolidación de su teoría del conocimiento. En esto también tuvieron serios tropiezos. Los primeros problemas surgieron de la noción de enunciados elementales. Tanto su carácter como su naturaleza se fueron tema de debate.
El planteamiento inicial consideraba los enunciados elementales como experiencias introspectibles o sensoriales del sujeto. Un enunciado solo se verifica cuando alguien está teniendo una experiencia. De acuerdo con Russell y con Berkeley, la percepción de los objetos físicos se debía analizar en relación con las sensaciones que se tienen, o con la percepción de datos sensoriales. Aunque los objetos físicos pueden ser públicamente accesibles, los datos sensoriales son privados. No es posible compartir los datos sensoriales de otra persona, ni sus pensamientos, ni sus imágenes o sentimientos. Por esta razón, la verdad de un enunciado elemental sólo se podría comprobar directamente mediante la persona cuya experiencia está involucrada. Su juicio era considerado soberano e infalible (Ayer, 1959).
Esta concepción de los enunciados elementales fue atacada desde diversos puntos de vista. En primer lugar, uno podría engañarse acerca del carácter de su experiencia presente, de manera que los enunciados con los que la registraban eran realmente, falibles. En segundo lugar, era evidente el problema asociado al carácter privado de los objetos a los que hace referencia el enunciado elemental. El solipsismo se hace evidente porque nos vemos obligados a interpretar y comunicar todo enunciado como una descripción de nuestras experiencias privadas (Ayer, 1959).
Trataron de resolver estos problemas en la comunicación haciendo una distinción entre el contenido de las experiencias privadas y su estructura. Aceptaron que el contenido es incomunicable: Las demás personas no pueden sentir mis datos sensoriales, ni compartir literalmente mis pensamientos ni mis sentimientos, o no pueden verificar los enunciados que hago acerca de mis experiencias privadas, ni yo acceder a las suyas. En esas condiciones quedamos como si habitáramos dos mundos diferentes. Su intento de solución consideraba la idea de que, si bien pueden ser dos mundos diferentes, tienen una estructura similar.
Si no tengo ningún medio para decir que el sentimiento que otra persona registra cuando dice que tiene “dolor” es el mismo al que yo llamo “dolor”, o que el color “verde” que registra es el mismo al que yo llamo “verde”; pero, al menos, puedo decir que aplicamos las palabras en las mismas situaciones o que la clasificación que hace de los objetos por su color coincide con la mía. Esto es todo lo que se requiere para la comunicación (Ayer, 1959).
La objeción a este punto de vista es que cae, una vez más, en un solipsismo múltiple, ubica los “mundos privados” de las personas en un mismo nivel. Además, otra falla proviene de la distinción entre contenido y estructura. Esa distinción no se sostiene. John Locke en su Ensayo sobre el entendimiento humano[1] hace la distinción entre cualidades primarias y secundarias. A partir de esa distinción se puede establecer que los enunciados que se refieren a las propiedades “geométricas” de los objetos, a “la figura, extensión, número y movimiento” tienen que ser interpretados en relación con el contenido, al igual que los enunciados relativos al color y al sonido. No es viable considerar un enunciado separándolo de su contenido y señalando sólo su estructura (Ayer, 1959).
Debido a esta situación, Neurath y, luego, Carnap terminan rechazando esta concepción. Presentaron los enunciados elementales como intersubjetivos y debían referirse, no a experiencias privadas, incomunicables, sino a acontecimientos físicos públicos. Los enunciados que se refieren a experiencias, a estados o procesos mentales de cualquier clase, deben equivaler a enunciados físicos. Solo de esta manera se pueden inteligir públicamente. Esta es una de las tesis centrales del positivismo, el fisicalismo.
Carnap en su texto Psicología en lenguaje fisicalista, expresa la tesis del fisicalismo como aquel lenguaje de carácter universal al cual puede traducirse cualquier proposición. (Ayer, 1959, pág. 165) Para los positivistas este sería el lenguaje a partir del cual se buscaría otro de sus objetivos centrales, la unificación de la ciencia naturales y sociales por la vía de la reducción de unas a otras. Otto Neurath, en su artículo Sociología en Fisicalismo, (Ayer, 1959, pág. 282) se refiere al Círculo, como “El Círculo de Viena para el Fisicalismo” en referencia a la intención que mantienen de crear una atmósfera libre de metafísica para promover estudios científicos en todos los campos por medio del análisis lógico.
Este intento de unificación de la ciencia a partir del lenguaje fisicalista, tampoco se pudo materializar. En este problema, también tuvo que ver, entre otras causas, el rechazo que los positivistas mantenían con la metafísica. Ellos pasaron por alto que, de ser posible la unificación de todas las ciencias en una sola, manteniendo un lenguaje fisicalista común, sería necesaria al menos una suposición de naturaleza metafísica. La suposición de que todas las ciencias tienen un sustrato común, es decir, en última instancia todas las ciencias son reductibles a ciertos fenómenos que son homogéneos. Los positivistas no se percataron de este hecho.
Esta noción de unificación de las ciencias a partir de un lenguaje fisicalista común ha sido otro frente de reflexión filosófica que ha provocado debates en diferentes disciplinas como por ejemplo la psicología y la sociología, aunque es necesario señalar que los detalles de temas como estos se escapan al alcance de este texto.
El tratamiento de las entidades inobservables
Debido al compromiso con la observación y la limitación autoimpuesta para tratar solo con objetos macroscópicos, los positivistas restringieron el espectro de problemas que la ciencia podía abordar. Rechazaron, como carentes de sentido, las teorías sobre el comportamiento de objetos microscópicos.
En su artículo Lógica, matemática y conocimiento de la naturaleza, Hans Hahn, intentando clarificar como la lógica y la matemática encajan en una filosofía empirista pura, muestra en un pasaje la manera como Mach rechaza de la ciencia, las proposiciones asociadas a los objetos inobservables: “Todas las proposiciones acerca de moléculas, átomos, electrones, protones y quanta son ilegítimos porque son términos inconstituíbles (En ese sentido no pueden ser compuestos por hechos observables); por lo tanto son metafísicos y no tienen derechos legales en la ciencia” (Hahn, 1987, pág. 39). En el mismo artículo Hahn apoya la posición que L. Bolzman toma en respuesta a ese argumento. En esencia plantea que, si siguiéramos la idea sugerida por Mach, la de eliminar todas las proposiciones que contienen términos abstractos inconstituibles, la ciencia colapsaría. Para poder incluir ese tipo de proposiciones debemos asegurarnos de que las complementamos con reglas que nos permitan entender cómo operarlas, y como transformarlas en otras proposiciones, hasta alcanzar un estado en donde no estén presentes los términos abstractos inconstituibles; hasta que alcancemos unas proposiciones que podamos confirmar o refutar por observación (Hahn, 1987).
Otra respuesta plausible para el tema de los términos teóricos proviene del realismo científico. Richard Boyd (1991) lo define por medio de cuatro tesis:
Esta respuesta del Realismo Científico resultó ser una aproximación mucho más natural al problema. Toma el lado pragmático de la ciencia como evidencia que apoya, tanto la existencia de esas entidades inobservables como la corrección de las teorías que describen y explican (Garcia, Florez Q, & Cardenas, 2016).
El tratamiento de las entidades inobservables es otro aspecto que sirve como ejemplo de la inspiración y de la influencia de la tradición positivista en el pensamiento filosófico. Ante el evidente problema que representaba excluir del ámbito de la ciencia las proposiciones asociadas a las entidades inobservables, aparece esta respuesta del realismo científico, la cual, a su vez, sería criticada y rechazada posteriormente por Karl Popper, en especial por su naturaleza eminentemente inductiva (Garcia, Florez Q, & Cardenas, 2016).
Conclusiones
Desde el Círculo de Viena se replantea el positivismo de Comte, lo hacen un neopositivismo que da origen a una nueva tradición: La Filosofía Analítica. Sus objetivos centrales fueron: i) la eliminación de la metafísica, ii) la construcción de una filosofía científica y iii) la unificación de la ciencia bajo un lenguaje común fisicalista y artificial.
En su determinación por reaccionar a…. deciden enfocarse en eliminar toda metafísica. Este sería
Referencias bibliográficas
Ayer, A. (1981). Positivismo Lógico . México D.F: Fondo de Cultura Económica.
Garcia , C. E., Florez Q, D., & Cardenas , L. (2016). Tres enfoques en filosofía de la ciencia . Manizales : Universidad de Caldas.
Ayer, A. (1959). Logical Positivism . New York: The Free Press.
Weinberg, J. (1959). Exámen del Positivismo Lógico. Madrid: Aguilar.
Locke, J. (2005). Ensayo sobre el entendimiento humano. México: Fondo de Cultura Económica .
Boyd, R., Gasper, P., & Trout, J. (1991). The Philosophy of Science. London: The MIT Press.
García, C. E. (2004). La definición cualitativa de la verosimilitud: una reformulación inmune a las críticas de Tichy y de Miller. Córdoba: Pío García & Patricia Morey.
[1] Cualidades primarias: Enteramente inseparables del cuerpo. Son tales que los sentidos las encuentran constantemente en cada partícula de materia de tal manera que puede ser percibida. Las cualidades primarias pueden producir en nosotros las ideas simples de, por ejemplo, solidez, extensión, forma, movimiento, reposo y número.
Cualidades secundarias: Son potencias para producir en nosotros diferentes sensaciones por medio de las cualidades primarias. Son ejemplos los colores, sonidos, gustos (Locke, 2005).