Por: Sofía Acevedo Henao.
Tomé el Taller de Pensamiento Crítico con Óscar de la Borbolla y fue una experiencia esclarecedora. Mi nombre es Sofía Acevedo y soy estudiante de filosofía. Recuerdo que la primera vez que consideré esta carrera como opción fue en un conversatorio organizado por mi colegio, habían llevado a varios egresados para que nos contaran sobre sus experiencias universitarias, uno de ellos era un estudiante de filosofía y, como era de esperarse, lo que le preguntaron fue qué hace alguien que elige esa profesión, él intentó explicarse diciendo que la base del estudio filosófico era preguntar sobre cosas que parecen muy simples, que es justo ahí donde nace todo, nos contó un poco sobre las líneas básicas de investigación y, aunque no parecía ser su intención, me convenció a mí y a otros cuantos de que era un oficio interesante, desde ese momento se me quedó la idea en la cabeza y hasta ahora puedo decir que no erré en mi decisión.
Menciono esto porque en las sesiones del Taller me sentí de vuelta en ese momento, los temas que tratamos me despertaron de nuevo esa curiosidad original que me hizo interesar por el tema. Y es que sentí que lo que allí hizo el profesor Óscar es la forma de filosofía más pura: el ejercicio de preguntarse (o hacernos preguntar) por las cosas que a diario damos por sentado.
Siendo algo tan fundamental suele ser dejado de lado en los planes de estudio de filosofía, nos atiborran con datos históricos, con información de personas que vivieron hace siglos y que a veces resulta difícil traer a la actualidad y ser asimilados. Y esto es algo que me pareció maravilloso del ejercicio que hicimos en el Taller: nos remitimos a épocas muy remotas, a tradiciones muy lejanas a las nuestras y se hizo de forma que estos datos sirvieron para ilustrar lo que el profesor nos estaba explicando.
Ver este taller fue un despertar del letargo en el que solemos vivir, no es una experiencia solo para quienes estamos en campos relacionados al que allí se trata, es para quienes la curiosidad les suele picar, para los que no se quedan con lo primero que les dicen y van más allá.
En las cuatro sesiones se hace un recorrido por el pensamiento crítico y por lo que este implica, es un recordatorio importante para nuestra vida cotidiana de que las certezas pueden ser peligrosas, que los dogmas obstaculizan y que lo único cierto es que puede que nada lo sea.